Lo que comenzó como una simple adición de postres en El Rancho, se transformó en un negocio independiente en 2008. La panadería, nacida de la fusión entre empanadas caseras y dulces regionales, se ha convertido en un ícono del parador.
Su éxito radica en las recetas tradicionales del noreste y la cocción en hornos de piedra a leña, visibles para los clientes tras una reciente remodelación. Las empanadas de cajeta y nuez, las semitas y el pan de elote destacan entre sus productos artesanales más solicitados.
Hoy, con su renovada imagen y ambiente norestense, la panadería atrae a visitantes que vienen exclusivamente por su pan, consolidándose como un destino gastronómico por derecho propio.